Un poco de acción...

...en un bar de mala muerte

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¡Ái, ui, mmm, aaa! Gemía enferma de caliente mientras el chico musculoso y fibroso, me cogia “A la vuelta”, un bar universitario de mala muerte. El lugar era estrecho, estábamos fundiéndonos en el pequeño baño sucio y descuidado.

Todo comenzó con unas miradas extrañas, él era mi amigo de la vida. Nos conocíamos hace años y jamás nos habíamos visto con otras intenciones que no fueran de amistad.

Esa tarde, salí temprano de clases y mis amigas me invitaron a tomar unas chelas. Llegamos al bar, nos sentamos en la mesa de siempre y pedimos una ronda de exquisitas y refrescantes cervezas. Fumamos un caño de esos bien nombrados “premier”. Mi cuerpo comenzó a reaccionar con el maravilloso efecto del THC. Primero los pies, luego los muslos, el tronco y la cabeza, todo en mi estaba volado.

Súbitamente mi celular sonó, ring, ring. Era él, el chico musculoso, lleno de fibra que me buscaba para un poco de acción.

-¡Ven pa’ acá, está la cola!- Le conté.

-En media hora nos vemos- prometió.

Pasados los treinta minutos, estaba plantado a mi lado. Un par de chelas, unas miradas lujuriosas y quedó la cagá.

Gracias a las chelas y los caños, mi personalidad afloró. Me acerqué a él y le susurré al oído – ¿Acompáñame?-

Sin despertar sospecha, nos levantamos de la mesa y le indiqué el baño de mujeres. Sonrió con un dejo de picardía. Entramos, juntamos la puerta y nos abalanzamos uno sobre el otro. Lengua, carne y pasión era la tónica del momento. – ¡Máscame, máscame!- le decía. – ¡Te masco, te masco!- me respondía.

Comenzamos a llegar al clímax y los gemidos subían de tono. Entonces, cuando estaba en lo mejor de mi orgasmo, la puerta que nos separaba de la realidad se abrió y una señora de traje gritó:-¡Aaaaaaaaaaa! ¡Perdónenme, no era mi intención! Y salió horrorizada por la escena que había presenciado. Nos reímos hasta más no poder, pero seguimos hasta acabar en un tierno y romántico abrazo.