Me bajé del colectivo en la esquina de mi casa pensando en lo agradable que había sido la reunión con mis amigas que hace tiempo no veía. Habíamos hablado de todo. Política, proyectos, LUN, cervezas, amor, casas, etc.
En el camino pasé al Mc Donals y compré la Big mac para llevar de siempre. La idea era llegar a la casa y compartirla con My love. Venía calentita. El olor de la hamburguesa salía de la bolsita de roneo como un exquisito manjar.
Mientras caminaba por mi calle vi que el vecino estaba muy contento haciendo un asado fuera de su casa. Lo saludé y le pedí que entrara a su perro que es medio diabólico. Es tremendo animal, de colmillos filosos y cuerpo escultural.
El vecino lo tomó de la correa con algo de dificultad, porque el animal tiene más fuerza que Sansón y lo devolvió a su casa.
Con la seguridad de que estaba a salvo, seguí caminando a mi casa que está a medio metro de la del vecino.
Por fin comería la Big mac que ya me reventaba la hiel. Pero eso no ocurriría tan pronto.
Cuando estaba frente a mi puerta sentí un estruendo. Y luego un mordisco en el muslo derecho que me ardía más que una puñalada con ajo.
El perro se había escapado y se me abalanzó como si yo fuera uno de esos adiestradores que se ponen una cubierta de espuma en el brazo para entretener al animal.
Nunca me había mordido un perro. Una vez cuando niña uno me persiguió, yo corrí una cuadra y en la esquina me caí, el perro se asusto y se fue. Esa era mi única experiencia con este tipo de violencia canina.
El animal de mi vecino estaba colgado de mi pierna, de repente me soltó y me bloqueé. Pensaba que no tenía escapatoria. El animal es realmente forzudo y me perseguiría donde yo fuera.
Era como una película de terror, le pondría "El perro de la muerte".
Bueno la cosa es que cuando el can me soltó me puse a correr sin saber que hacer ni adonde ir y lo más estúpido es que estaba en la puerta de mi casa, pero con el miedo no atiné a entrar. El perro me siguió y para poner el broche de oro me agarró una nalga. Esa si que estuvo buena.
Animal de mierda. Salió My love a ver que pasaba y a revisar si su auto había sufrido algún daño. Cuando me vio se transformó. Le salieron unos músculos de Popeye y me salvó. Le dijo un par de cosas al vecino y me llevó a urgencias.
Yo no entendía nada, estaba completamente bloqueada.
Ya en la Posta me pasaron a una pieza y me hicieron curaciones. La salita estaba cerrada con una cortina. La cosa es que yo estaba de guata en la camilla con el traste al aire y a cada rato entraba gente y pedía disculpas. Fueron como diez disculpas que escuché. Todo el mundo en urgencias entraba a la salita donde yo estaba con el poto al aire. ¡Que vergüenza!
De ahí fuimos a los pacos a poner una denuncia, que por cierto se demoró varias horas. En la comisaría los carabineros cabeceaban. Todos con los ojos rojos y medios hinchados de sueño. El tipo que nos atendió estaba como zombie escribiendo tecla por tecla lo que había ocurrido.
Volví a la casa a las 2:30 a.m. Y el vecino nos esperaba con cara de congoja.
-¿Cómo está mijita? ¿Fue muy grave?- preguntaba con tono amable.
Yo no respondí y entré inmediatamente a la casa.
Cuando llegué al comedor me encontré con mi bolsa de Mc Donals que ya había olvidado. Saqué la Big mac y le pegué un mordisco. Mientras la saboreaba pensé que tal vez era la culpable de todas mis desgracias, pero no me importó. La puse en un plato y le di la mitad a My love.